CÓMO RETENER LA INFORMACIÓN ADQUIRIDA Y ALCANZAR UN APRENDIZAJE EFECTIVO.
Por Aquiles Julián
Presidente
del Centro PEN RD Internacional
Hemos
leído, hemos comprendido, hemos asimilado y, sin embargo, no recordamos lo
aprendido.
Esa es
una tragedia.
Un axioma
de la escuela tradicional (falso, por cierto), que se nos repitió hasta la
saciedad era este: “Saber es recordar a tiempo”.
Es la
vieja escuela declarativa, basada en repetición, memoria y exposición.
Yo puedo
repetir de memoria un texto, un procedimiento, y ni siquiera entenderlo y mucho
menos conocerlo, porque saber es solo una cosa: saber hacer. Si no sabe hacer,
no sabe. Punto.
El saber
es ejecucional y se demuestra en el desempeño.
¿Por qué
se nos olvida lo que aprendemos?
Los estudios de Hermann Ebbinghaus
El
psicólogo alemán Hermann Ebbinghaus, padre de la psicología experimental,
empezó a estudiar este fenómeno y publicó sus hallazgos en 1885 en su libro Sobre
la memoria en el cual mostró lo que denominó La Curva de Olvido,
también llamada Curva de Ebbinghaus.
Sus
resultados son desalentadores, al inicio.
A las 24
horas de haber estudiado, puede que olvides la mitad, el 50%, de lo aprendido.
A las 48
horas, dos días después, no recordarás el 70% de lo aprendido.
Y a los 7
días, una semana después, puede que no recuerdes ni el 3% de lo que aprendiste.
El
análisis de Ebbinghaus le permitió determinar que, tras adquirir la
información, prácticamente la perdemos a las pocas horas y el mínimo lo que nos
queda a la semana.
Al final,
el material que retuvimos es casi nulo, por lo que nos tomaría casi el mismo
tiempo que empleamos en adquirirlo, poderlo readquirir.
Y de
nuevo nos expondríamos a pérdidas drásticas de información.
Parece
entonces que estudiar es un esfuerzo inútil.
Solo que
Hermann Ebbinghaus no solo estudió el problema, sino también la solución.
Y es uno
de los grandes aportes a la educación y al aprendizaje.
La pirámide del aprendizaje de Edgar Dale
Ahora
hablemos del pedagogo norteamericano Edgar Dale, quien estudió el aprendizaje y
a quien propuso en su libro de 1946, Audio-visual methods in teaching,
lo que denominó Cono de la Experiencia que algunos derivaron en llamar Pirámide
del Aprendizaje.
El cono
de Dale se refería a los niveles de abstracción de los distintos canales de
impartición de la información, siendo los más abstractos las palabras, que
estaban en el vértice del cono y los más concretos las experiencias de la vida
real que estaban en la base del cono.
Edgar
Dale separa lo que sería un aprendizaje pasivo de un aprendizaje activo.
Dale
distingue las actividades pasivas de las activas y concede a las activas un
mayor impacto en el aprendizaje porque involucran y comprometen la atención, la
concentración y el interés del participante.
¿Cuál era
la intención de Dale? Animarnos a un aprendizaje multisensorial y activo,
aplicando distintas modalidades de adquisición de la información.
Esa
intención es sana y mantiene su vigencia.
Es
oportuno aclarar que, ajeno a Dale, en 1967 un empleado de la Mobil Oil Company
publicó una versión propia del Cono de la experiencia, incorporando cifras sin
ninguna base científica, para indicar el nivel de retención, que iba del 5% al
90%. Esa versión es muy popular, pero no es de Dale ni tiene fundamento en
ninguna investigación. Es simplemente una distorsión del aporte de Edgar Dale,
quien nunca sugirió ningún porcentaje a sus distintos niveles.
Cómo evitar la pérdida de la información aprendida
Hermann
Ebbinghaus no solo estudio la tasa de pérdida de información en el tiempo, sino
que también estableció un procedimiento para evitarla.
¿Cómo
podemos remediarlo? Mediante una serie de repasos periódicos.
Y aquí el
mayor de todos los recursos de que nos valemos es el mapa mental, ya que resume
la información relevante y conecta la nueva información con la que ya poseemos,
promoviendo la mielinización de las rutas neurales donde esa información
reposa.
Nuestro
mapa mental, entonces, es nuestra herramienta de repaso.
Y la frecuencia
recomendada de reforzamiento (repaso) sería la siguiente:
1.
A las 6 horas
2.
A las 24 horas
3.
A la semana
4.
A los quince días
5.
Al mes
6.
A los tres meses
7.
A los seis meses
8. Al año
U Una vez cada año.
Repasamos
empleando básicamente el mapa mental, incluyendo los enriquecimientos
posteriores que podamos ir incorporando y veremos cómo se conservan nítidos y
frescos los conocimientos adquiridos y podemos recordarlos con facilidad.
Esta frecuencia
de repasos refuerza los enlaces neurales que contienen la información y los
afianzan en nuestra memoria.
Así evitamos
que la Curva de Olvido nos robe nuestro aprendizaje.
Aprende a codificar en imágenes el mapa mental
Otro
recurso valiosísimo en la retención es codificar en imágenes el mapa mental.
Recordemos:
el cerebro piensa usando imágenes y toda imagen contiene un valor emocional
para quien la elabora, pues estamos habituados a reaccionar emocionalmente a lo
que percibimos, aun sea una reacción leve.
Podemos,
como ejercicio, convertir las frases en imágenes y traducir nuestro mapa mental
a un mapa de imágenes, usando formas y colores.
No
tenemos que ser dibujantes expertos, porque no es para un tercero que lo
hacemos, sino para nuestro propio consumo.
Al
realizar nuestro mapa mental con imágenes reforzamos poderosamente tanto
nuestra comprensión del asunto como su retención.
Recordemos,
además, que una imagen puede contener en sí misma varias palabras, así que una
imagen puede ser un resumen efectivo y muy útil.
Les
comparto un truquini: integren en esas imágenes a personas conocidas y, si son
estudiantes, a profesores y compañeros de estudio.
Mírenlos
en su mente y háganlos parte del aprendizaje.
Esto
tiene dos ventajas poderosas.
La
primera es que todas las personas nos provocan una reacción emocional, que
puede ser de signo positivo (aprobación, atracción) o negativo (desaprobación,
repulsión), pero nunca somos indiferentes a las personas.
Estamos
programados para reaccionar emocionalmente a los demás.
Y, como
sabemos, las emociones estimulan el hipocampo y tienen una relación directa con
la memoria de largo plazo.
Así que,
cuando integramos para nuestro consumo a personas con las que nos relacionamos,
y en el caso de los estudios, profesores y compañeros de estudio, a nuestro
mapa mental con imágenes, fortalecemos las rutas neurales al añadir emoción (e
incluso diversión, porque nos los podemos imaginar como queramos, ya que es un
recurso interno que no tenemos que compartir con nadie), al proceso.
La segunda
es que, al incorporar a nuestros profesores y compañeros de estudio a nuestro
mapa mental en imágenes, los convertimos en ¡un chivo! ¡un potente ayuda
memoria!, ya que el solo verlos activará la información a la que los hemos
asociado.
Ahora,
imagínate que para recordar toda la información en un examen te baste mirar a
los profesores y compañeros, porque ellos son detonadores de la información, ya
que los ha asociado a ella en tu mapa mental visual.
¡Eso es escandalosamente
bueno! ¡Un palo!
Yo lo he
hecho y mis resultados han sido óptimos.
Crea una comunidad de debate sobre el tema
El
aprendizaje colaborativo y en grupo siempre es valioso porque nos aporta puntos
de vista y enfoques alternativos y complementarios.
Sea con
compañeros de estudio o con estudiantes de otras instituciones interesados en
el tema, crea una comunidad de debate en que analicen, comparen, verifiquen y
evalúen la información que obtienen de distintos autores y puedan enriquecerla
con videos, entrevistas, artículos, visitas y otros medios.
Somos
seres sociales, recuerda.
Nos
encanta, además, debatir, intercambiar, interactuar.
Se pueden
aplicar juegos de roles y crear careos o debates en que un grupo asume el rol
de cuestionador y otro de defensor.
Eso
añade, ¿lo adivinan?, emoción y pasión al aprendizaje.
Proyéctate como un conocedor del tema
Ahora
tenemos un componente valioso para el aprendizaje: las redes sociales.
Puedes
producir un video para Youtube, puedes hacer reels, puedes hacer un podcast,
puedes producir imágenes para compartir por Instagram, Facebook, Whatsapp y
otros medios.
No tienes
que ser un profesional o académico para hacer eso.
Simplemente
verifica y asegúrate de que la información es auténtica, no un bulo o una fake
news.
Puedes
incluir tu opinión del tema.
Puedes
hacer un survey y pedirle a quienes la lean que voten o que opinen.
He ahí
otra manera para retener la información.
Enseña y entrena a otros para aprender mejor
Si bien
las cifras que se usaron, al desvirtuar el Cono de Aprendizaje de Edgar Dole,
son arbitrarias, en mi experiencia la mayor de todas las retenciones de
información y la manera más poderosa de aprender es enseñar y entrenar a otros.
Enseñar y
entrenar a otros te anima a investigar, profundizar, prepararte más, entender
mejor, activa tu lógica y te impulsa a enriquecer más tu nivel de dominio del
tema.
No
quieres quedar mal.
No
quieres aparecer como un improvisado.
Todo eso
añade emoción y eutrés, el estrés positivo.
Genera
autoexpectativas, porque como ser humano quieres la aprobación, el respeto y la
aceptación del otro.
Así que,
como siempre hay estudiantes más rezagados y con dificultades, es inteligente
ofrecerte a ayudarlos a avanzar, explicándole el tema y estimulando su
aprendizaje.
Como
todos los que enseñamos sabemos, siempre el principal alumno y el que más
aprende, es quien enseña.
Si
quieres retener un mayor porcentaje de lo aprendido, enséñalo a otros.
Convierte la información en conocimiento a través de la
experiencia
Podemos
estudiar, leer, participar en talleres, cursos, diplomados, recibir mentoría,
ver videos y demostraciones, oír podcasts y observar a otros haciendo algo y
nada de eso significa conocimiento, solo información.
Un serio
problema de nuestra escuela es que privilegia la información sobre el
conocimiento, pero el objetivo de estudiar no es llenarnos de información, sino
adquirir conocimiento, y el conocimiento requiere la práctica.
Solo a
través de la ejecución, del desempeño, de la comprobación práctica, iremos
adquiriendo conocimiento y desarrollando competencia.
Saber no
es hablar, saber es saber hacer, ser capaz de producir un resultado.
Es natural
que en este proceso cometamos errores, porque el error lo único que significa es
que estamos aprendiendo.
Solo el
que está aprendiendo se equivoca y la equivocación es siempre un paso de
avance.
Lamentablemente
tenemos por igual una escuela que castiga la equivocación, en vez de
celebrarla, propiciarla, reconocerla y convertirla en fuente de aprendizaje.
Por eso
vemos tantos profesionales timoratos, que no quieren arriesgarse.
Recibieron
tantos palos, críticas, maltratos y burlas cuando lo hicieron que desarrollaron
una aversión a fallar, que siempre significa solo una cosa: una aversión a
saber, a conocer, a experimentar y a desarrollar maestría.
Ese es el
origen de tantos títulos inorgánicos, que no están respaldados por un saber
hacer, sino por haber “aprobado” unas materias.
Y cuando
se les pide que ejecuten, se agachan, timoratos, y enhebran una retahíla de
excusas y explicaciones.
También
está en el origen de tantos profesionales dedicados a actividades y profesiones
ajenas a su profesión.
Ingenieros
que son cajeros de banco. Diseñadores gráficos que son recepcionistas y oficinistas.
¿Por qué
sucede ese fenómeno tan común en República Dominicana?
Por la inseguridad
en su propia competencia de esos profesionales. Y esa situación hay que
revertirla, porque estamos estafándoles a esos jóvenes sus vidas.
Procede,
pues, practicar y aprender de esa práctica, haciendo la repetición mejorada
hasta ir desarrollando destreza, competencia y maestría.
Dominio
profesional.
Esa es
otra vía importantísima para retener la información, porque la hemos
incorporado no ya como información, sino como algo más poderoso: conocimiento.
Y ese
conocimiento nos cambia la vida.
¿Cómo
podemos hacer que esa información esté disponible para nosotros a voluntad y
podamos recordarla cuando la necesitemos?
Vamos a
explorar algunas vías en el próximo artículo.
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