TRUMP, LA DESHUMANIZACIÓN DEL OTRO O CÓMO FABRICAR UN MONSTRUO A LA MEDIDA
Por Aquiles Julián
Presidente del Centro PEN RD
“Si la
libertad significa algo, será, sobre todo, el derecho a decirle a la gente
aquello que no quiere oír.”
George
Orwell, Animal Farm
Para justificar y lograr apoyo a
cualquier barbaridad, nada como crear un monstruo a la medida. Eso significa
acusar al indeseado de inmundicias e inconductas que alarmen, inquieten y
asqueen a aquellos cuyo apoyo buscamos, que aíslen al apestado y creen las
condiciones para que, le hagamos lo que le hagamos, sea justificado, aplaudido
y vitoreado por la fanaticada.
Y eso es lo que ha hecho Donald
Trump con los inmigrantes haitianos en Springfield, Ohio.
Es un guion antiguo: demonizar al
otro, en particular a aquellos que se escoge como víctima propiciatoria para
asumir el rol de chivo expiatorio. Y es parte de un guion.
La historia de la humanidad
rebosa de todo tipo de acusaciones y endilgamientos de este tipo. ¿Recuerdan la
cacería de brujas? Uno, en particular, abunda: acusar al otro, al contrincante,
al oponente, de las peores aberraciones, entre ellas, canibalismo. En este
caso, zamparse las mascotas de las familias de Springfield, Ohio.
Este tipo de acusaciones tiene un
propósito: servir como justificación de
auténticos exterminios: se está extirpando de raíz una cultura horrenda. Y eso
justifica las peores barbaridades.
Imágenes de canibalismo, para justificar cualquier masacre.
Aztecas, caribes y otras etnias
indoamericanas, por ejemplo, fueron señaladas como antropófagas. Y eso sirvió
para justificar que fueran cazadas, exterminadas, torturadas y despojadas. Que
se les considerara subhumanas.
Trump, un descendiente de
inmigrantes, por cierto, abomina de los latinoamericanos, a los que él tilda,
desde su egolatría, como provenientes de “países de mierda”. Y entonces,
la emprende contra los más vulnerables entre todos los vulnerables: los
haitianos, acusándolos falsamente de robar y matar a las mascotas de los
habitantes de Springfield: perros, gatos, para comérselos. Está a un paso de
convertirlos en un personaje que él ya ha mencionado en sus despotricaciones:
Hannibal Lecter, el caníbal de El silencio de los inocentes.
Escandalizar con una mentira para indignar a la gente
Las viejas fórmulas
totalitarias
Este modelo no es nuevo: una
abundante sarta de mentiras, exageraciones y diatribas se articulan de mala
manera y se presentan como discurso político. Bajo los galimatías de Trump hay
la recurrencia de las prácticas de propaganda totalitaria aplicadas tanto por
Hitler en Alemania como por Stalin y sus compinches en la URSS y sus satélites.
Y antes, por los jerarcas religiosos en las “guerras de fe”. El manual no es
nuevo.
Se inventa un bulo, mientras más
exagerado mejor, y se afirma sin ninguna evidencia como una verdad. A todo
aquel que cuestione el bulo se le descalifica como parte de una conspiración
enemiga, de una confabulación secreta, de un plan de dominación.
Entonces, seguidores aborregados
se sienten partícipes de una verdad ocultada, dueños de una certeza de
minorías, y repiten el bulo de mil y una maneras, hasta creérselo y darlo por
cierto, y sin ningún tipo de empacho hablan de las más estrambóticas teorías de
conspiración, de los disparates más irracionales, en nombre de una verdad cuasi
revelada. Son los profetas del QAnon y otras sectas inmunes a la realidad.
Trump, en particular, practica lo
que Orwell denominaba el pathablar, o hablar como pato, haciendo ruido
sin decir nada. Algunos de sus galimatías son auténticas muestras de
disparatología y decadencia mental, perladas por frases truculentas,
exageraciones, mentiras y odio. Y su candidato vicepresidencial no le anda
lejos.
En el colmo del cinismo, J.D.
Vance, el candidato vicepresidencial de Trump, admite que él y Trump no dudan
en “inventar historias” y mentir para “llamar la atención de los
medios” en un programa a Dana Bash, de CNN. “Si tengo que crear
historias para que los medios estadounidenses realmente presten atención al
sufrimiento del pueblo estadounidense, entonces eso es lo que voy a hacer,
Dana. Porque ustedes están dejando que Kamala Harris se descontrole por
completo”, confesó Vance.
Los 11 principios
de propaganda de Goebbels
Joseph Goebbels, el ministro de
propaganda del Tercer Reich, que pulió las maneras de Hitler, desarrolló sus
principios de propaganda, todos basados en un profundo menosprecio por la
inteligencia, capacidad y valor de las personas, a las que concebía como masa,
despersonificándolas.
El nazismo es realmente deplorable.
El ideal de raza aria que los nazis propagaron, esos prototipos ideales: altos,
rubios, fornidos y bellos, en nada encaja con los reales personajes maltrechos,
patéticos y degenerados
que eran física, mental e intelectualmente Hitler, Goebbels, Himmler y demás.
El único que se asemejaba a la idea del prototipo nazi era Göring, que mentalmente
rozaba el cretinismo.
En su libro Goebbels. 11
Tattiche Di Manipolazione Oscura (Goebbels. 11 tácticas de manipulación
oscura), Gianluca Magi nos refresca las principales líneas operativas de
Goebbels en su manejo de la manipulación de la percepción de los alemanes. Y
todo eso informa y nutre las exposiciones de Trump.
De hecho, los eventos trumpistas son
ferias, en que la audiencia ya está medio embriagada de cerveza y alcohol
después de horas de espera. Un show gratuito (“Van a verme a mí”, se
jacta Trump), con una personalidad mediática ególatra que los divertirá aireándoles
sus peores prejuicios.
Goebbels. 11 tácticas de manipulación oscura, por Gianluca Magi
Los 11 principios de Goebbels
son:
1.
Principio de simplificación y
enemigo único: identificar
un único adversario
y convencer al
público de que
él es el
responsable de todos
los males: los inmigrantes
hispanos.
2.
Principio de contagio: agrupar
a cualquiera que no te guste en una sola categoría, agrupar a
todos: Los haitianos serán deportados a Venezuela.
3.
Transposición: Culpar
constantemente; culpar al oponente y atribuirle todos los defectos y errores: Los
Medios y los opositores son parte de una conspiración del “Estado profundo” y cambian nuestra verdad por sus mentiras.
4.
Exageración y desfiguración: transformar
cualquier detalle, por
pequeño o banal
que sea, en
un hecho del
que depende la
supervivencia de la
vida: Los haitianos se comen
las mascotas. Los inmigrantes son criminales y psicópatas sacados de las
cárceles para ir a delinquir y sembrar el terror en Estados Unidos.
5.
Vulgarización: cualquier
mensaje debe reducirse
a su forma
más banal y
debe adaptar su
nivel a la
capacidad de comprensión
que posee el
menos inteligente de los individuos
a quienes va
dirigido: Los inmigrantes son criminales y psicópatas sacados de las
cárceles y enviados a nuestro país. Son semisalvajes que se comen las mascotas.
6.
Orquestación: hay que
limitarse a un pequeño número de ideas, concentrando los
esfuerzos en su
incesante repetición. No solo eso:
deben presentarse cada
vez de una
manera diferente que,
sin embargo siempre
parezca coherente con
el argumento principal: Los inmigrantes
latinoamericanos son los responsables de la criminalidad en Estados Unidos y
están contaminando la sangre de los norteamericanos.
7.
Renovación: Continuar
publicando noticias e
ideas que denigren
al adversario en
grandes cantidades y
a gran velocidad: Va a desatarse la tercera
guerra mundial. Se va a instaurar un estado marxista. Viene una Gran Depresión
peor que la de 1929.
8.
Verosimilitud: presentar
información confirmada, al
menos aparentemente, por
fuentes creíbles y
sólidas, aunque finalmente
se muestre solo
parcialmente o si
su conexión con
la tesis principal
no sea tan
directa: Se justifican las declaraciones respaldándolas en videos en
las redes y en la televisión.
9.
Principio del silencio: no participar
en debates sobre
temas para los
que no tenga
razones suficientemente convincentes,
y al mismo
tiempo ocultar malas
noticias o noticias
que favorezcan a
su oponente, o
destruirlas con noticias
mayores, incluso inventadas: Negativa a participar en un
nuevo debate. Las bocinas de Fox News
10.
Transfusión: utilizar mitos
o prejuicios nacionales
o culturales para
despertar un componente
visceral que nutre
ciertos factores y prácticas
políticas: Los hispanos somos delincuentes, semisalvajes y de sangre
bastarda, gente de mierda.
11. Unanimidad: convencer a
la población de que es
necesario adherirse al
pensamiento adoptado por
la masa, creando
una falsa unanimidad: Los candidatos y líderes
repiten las mismas mentiras dándolas por válidas, es el pensamiento único en
acción.
El adocenamiento y
el aborregamiento ¿a quién favorecen?
Trump, en el fondo, es un
manipulador amoral que carece de principio alguno, que no sea el ganar a
cualquier precio y salirse con la suya. Dirá lo que sienta que convenga, según
las circunstancias, siempre que le beneficie.
Al investigar con sus asesores de
opinión las creencias, prejuicios, mitos, expectativas, aspiraciones y
frustraciones de la parte más atrasada, estulta y analfabeta de la sociedad
norteamericana, y airearles sus prejuicios, autorizándolos y justificándolos,
ha logrado que ese segmento poblacional de analfabetos funcionales se sienta
expresada y representada por él.
Sus investigadores de opinión
constantemente le comparten qué temas, prejuicios y enfoques son los que
encontrarán mayor resonancia en su audiencia. Sabe que esas personas no se van
a tomar molestia alguna (tampoco es que tengan el herramental ni la conciencia
necesarios para hacerlo), de cuestionar sus propias percepciones, prejuicios,
creencias y actitudes.
Trump legitima ese cuerpo de
ideas adocenadas, vociferándolas y dándoles visos de verdad a través de toda la
parafernalia mediática que maneja. Y cualquier desmentido es tildado de
inmediato de opinión comprada, conspiración, confabulación.
La “verdad” y la “razón” son,
ajenas a cualquier prueba o verificación, de quien emite la mentira. Como escribió
Orwell en 1984: “La verdad es la mentira”. Y el cuestionamiento
de esa verdad es una demostración de complicidad y de estar comprado por los
poderes ocultos que buscan impedir que este cruzado recupere el poder.
No importa que se divulguen falsas
noticias, un video adulterado o creado artificialmente, una acusación sin
fundamento. Basta con decir que se ganó, que es verdad lo que uno dice, que el
otro miente o falsifica. Si los nazis y los estalinistas demostraron que la
imaginación de Orwell no era equivocada, a lo que ha llegado Estados Unidos con
Trump nos demuestra que eso no era privativo de los Estados totalitarios.
Estados Unidos vive su propia
Semana del Odio en que predominan la estridencia, el tono irritado y
acusatorio, la acusación destemplada y el arrojar epítetos y calificaciones sin
ton ni son, en que el opositor puede ser simultáneamente tildado de “marxista”
y “fascista”, sin necesidad de prueba, o inventándosela, que lo mismo da.
Entonces uno ve a qué conduce no
enseñar a pensar, discernir y poner en duda nuestras propias percepciones y ser
flexibles y humildes, en las escuelas. Y en vez de eso, producir borregos
adocenados.
Imitación del lenguaje gestual, para muestra un botón |
No importan los
disparates
Trump promete sin ningún tipo de
matiz deportaciones masivas de inmigrantes haitianos regularizados de
Springfield a ¡Venezuela! ¿Qué tiene que ver Venezuela con los inmigrantes
haitianos en Estados Unidos? Eso no importa. Suena bien. Y su base de electores
no analizan el sinsentido. Al revés, lo aplauden delirantemente.
Lo que cuenta es demonizar a
haitianos y a venezolanos (según Trump, los venezolanos que residen en Estados
Unidos en buena parte son criminales excarcelados enviados adrede por Maduro a
delinquir en Estados Unidos). Y, ya que estamos en esas, también digámoslo de
todos: mexicanos, dominicanos, latinos, todos los que provienen de estos “países
de mierda”.
La carencia de todo
discernimiento, de toda desconfianza sobre los propios prejuicios, de apoyo
irracional de cualquier disparate que coincida con nuestras preferencias, la
explicitación de los peores sesgos cognitivos, es una epidemia que no abarca únicamente
los WASPs (blancos, anglosajones y protestantes), sino que tenemos a negros,
latinos y otros inmigrantes aplaudiendo a quien se jacta que vendrá a
perseguirlos y deportarlos.
Eso me recuerda a aquellos judíos
que en los campos de concentración nazis se prestaron a ser verdugos de sus
propios congéneres por algunas migajas de privilegios. Se menosprecia a sus
iguales y se cree que, por coincidir con la supremacía blanca y los racistas,
ellos serán excluidos. No ven que están condenados de antemano por sus
orígenes.
Incapaces de pensar, sin tener
juicio alguno para discriminar, se tragan y amplifican, creyéndose iluminados,
con acceso a verdades que otros ignoran (es un ejemplo del efecto Dunning-Kruger,
en que las personas sobreestiman su entendimiento, capacidad o preparación.
Trump suele hablar de “sus genes”) y como lo que creen confirma (sesgo de
confirmación) sus miedos y creencias, y todo desmentido responde a intereses y
fuerzas “demoníacas”, no hay que cuestionar, contrastar o verificar. Solo hay
que creer. Es fanatismo en estado puro.
Es fácil ser duro
La canción Easy to be hard
de los Three Dog Night ¿qué tanto nos enseñó?
Para poder proceder con total
impunidad en el universo moral propio, se necesita deshumanizar al otro.
Hacerle partícipe de de aberraciones que nos justifiquen cualquier castigo o
daño que inflijamos o apoyemos que se inflija, por sentir que lo merecen.
De ahí que hay que demonizar al “enemigo
externo” con las peores injurias: criminales, psicópatas, comedores de
perros, gatos y otras mascotas, asaltantes, provenientes de naciones de
mierda.
También se demonizan a los que
internamente se oponen a ese discurso de odio: son partidarios de que se
asesinen bebés recién nacidos.
Por igual se refrescan conceptos
de limpieza étnica, de que se corrompe la sangre y demás pamplinas.
Goebbels habrá muerto, pero sus
tesis no, sus prácticas no. Trump, que ha alardeado de su admiración por los
hombres fuertes: Hitler, Putin, Xi, Kim Jong-un, Orban (y no dudemos que Maduro
goce de su secreta admiración, por matón y analfabeto funcional), por el
irrespeto a cualquier norma o ley, ególatra y racista, es el modelo de la mayor
amenaza a la paz y a la libertad: el fascismo del siglo XXI que se ufana de
serlo y estar por encima de leyes y normas.
Y que aspira a aplastar a
nuestros pueblos de mierda y crear un mundo en donde los fuertes
pisotean a los débiles y concilian entre ellos.
Algo que Putin y Xi celebran como
triunfo propio.
Y no se equivocan.
Trump ha convertido el accionar político en una forma de lucro. Ha vendido Biblias y tenis. Ha recaudado fondos para sus asuntos particulares, las demandas, por ejemplo; convirtió su red social en un negociazo y ahora va a aprovechar la radicalización y el fanatismo para abrir ¡su propia compañía de criptomonedas! Va a vender humo y a timar a sus seguidores. Trump descubrió que la política era un negocio mucho más rentable y redituable que sus inversiones en bienes raíces. Carece de todo límite moral. Su único fin es ganar a cualquier precio, decir lo que el otro quiere oír y obtener el máximo beneficio en todo lo que haga. Ah, y usarle la propiedad sin pagar a otros. Lo ha hecho una y otra vez con artistas estadounidenses y ahora lo acaba de hacer con nuestro Cuco Valoy, un negro de "un país de mierda", mismo país al que le tumbó US$15 millones de dólares en un timo que terminamos por pagar todos los dominicanos, así que se llevó dinero tuyo y mío (con la complicidad de las autoridades de entonces). Y a Cuco Valoy no le pagaron ni un centavo por usarle "Juliana", tampoco le pidieron permiso. Es un matón
ResponderEliminar